Celebramos
hoy la fiesta de Santo Domingo de Guzmán un hombre humano, muy humano; un varón
evangélico, muy evangélico; un hombre de oración, humilde y sencillo, imagen
viva de la caridad, de la misericordia; un apóstol y… un fundador.
Sus
valores: compasión, mente abierta, estudio, oración, comunidad, predicación y
verdad.
Cuando
Domingo murió, prometió a sus hermanos y hermanas que les sería más útil
después de su muerte… y el mundo continúa hoy evocando su voz. Como decía
Catalina de Siena “ la voz de la predicación de Domingo se escucha aún y
continuará escuchándose” por la predicación de sus discípulos y discípulas.

Pidamos
hoy al Señor en esta Eucaristía que se abra nuestro corazón a su Espíritu para
que seamos capaces de evocar la memoria de Domingo, viviendo para los demás,
predicando la verdad, hablando con Dios de los demás, hablando a los demás de
Dios…
Podemos decirle: “Señor, quiero salir de mi mentira, cambia mi vida, tú te invitas a mi casa y yo abro de par en par las puertas de mi corazón para acogerte, porque quiero vivir “de verdad” y Tú eres la Verdad.