17 mayo 2009

René Descartes, pronunció su famoso axioma: “Pienso, luego existo”. Al leer el Evangelio de este domingo se me ocurre otro posible: Amo, luego vivo.

Así es Él, hermano/a, así es Él.
Se le desborda la ternura por los poros, nos alza hasta sus ojos, nos besa, nos hace mimos, cosquillas y guiños,y sueña esperanzas para nosotros más que las madres más buenas y apasionadas.
Dios ha puesto su esperanza en nosotros.
Dios nos confió a su Hijo,
nos confió su hacienda, su Buena Noticia, y aun su esperanza misma, ¿y no vamos a poner nosotros nuestra esperanza en Él?
Hay que tener confianza en la vida a pesar de lo mal que nos dicen que está todo.
Hay que tener esperanza en las personas, ¡en todas!
Sólo en algunas, hasta los fariseos y necios la tienen...
Hay que confiar más en Dios y echarnos en sus brazos y descansar en su regazo.
Hay que esperar EN Dios.
Mejor: hay que esperar A Dios.
Y si todo esto ya lo haces y gozas, una cosa te falta todavía:¡hay que esperar CON Dios!
Ulibarri, Fl.

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