Al acto asistieron las primera autoridades insulares. Igualmente entre los invitados se encontraba el Obispo, Bernardo Álvarez, el cual se mostró muy satisfecho y agradecido por la labor de todos los homenajeados y, sin duda, por las personas e instituciones vinculadas a la Iglesia Católica. La presidenta del Cabildo, Guadalupe González, destacó que estas personas e instituciones "han hecho grande a esta isla y han contribuido, de una u otra forma, al desarrollo de los palmeros". Además de los discursos protocolarios, en el acto hubo diversas intervenciones musicales.
La directora del colegio Santo Domingo, Olga Bolaños, al recoger la Medalla de Oro, dijo que "nos anima a seguir formando a nuestros alumnos en valores cristianos y la preparación adecuada". Una distinción, sostuvo, que "nos impulsa a seguir ejerciendo una labor tan hermosa como es la enseñanza". La religiosa dominica quiso compartir el premio con todos los profesores de los centros educativos de La Palma.
El jesuita Fernando López premiado con la distinción de Hijo Predilecto, se hizo presente a través de una carta que leyó su hermano, el también jesuita Lucas López. En ella Fernando hacia un recorrido por los años vividos en La Palma, agradeciendo a la familia, sus antiguos profesores, a la parroquia de San Francisco y sus amigos, "el compromiso y la confianza que sembraron en mí desde la infancia". Fernando, en su carta, expuso su reccurrente argumento de que la selva en la que él se encuentra no tendrá solución si no se arreglan los problemas de la selva del primer mundo, y que Canarias al ser enclave tricontineltal tiene un papel que jugar, porque "nuestra historia como parte de Canarias es entre culturas".
Por último, el título de Hija Adoptiva a título póstumo para Sor Josefa Argote, lo recogió Rosario Cárdenes, en nombre de las Hijas de la Caridad. En su emotiva intervención Cárdenes defendió que hasta su muerte, y desde 1977, Sor Josefa con una gran creatividad, humildad, capacidad de sacrificio y sentido del humor, se entregó en cuerpo y alma a los vecinos de Garafía y a la isla. "Su amor era sin límites", aseguró. Argote trabajó incansablemente en la asistencia domiciliaria, en Cáritas, Cruz Roja, el centro mayores de Franceses, Isonorte, etc. hasta su muerte en accidente de tráfico.
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